Director: Tom Hooper (2010).
Festival Toronto 2010, mejor película; Premio Mejor Actor de la Asociación de críticos de Los Angeles 2010; 6 Nominaciones a los Globos de Oro 2011. Candidata al Oscar Mejor Película Extranjera 2011.
Como psicólogo compruebo una vez más que se puede aprender más sobre psicoterapia en la vida, en la literatura y en el cine que en muchos de los manuales y tratados dedicados a ello. Una magistral lección de interpretación a cargo de Berty (Colin Firth), un Rey tímido y apocado cuya tartamudez pareceía ser obstáculo insalvable para el ejercicio de su cargo y otra no menos distinguida por parte de su excéntrico terapeuta, Lionel (Geoffrey Rush), un logopeda que acaba convirtiéndose en su mejor amigo y que ejerce sin acreditación, sólo con experiencia y una gran dosis de humanidad, aquí entendida como un saber escuchar al alma y ser auténtico en el trato, puede sonsacar del monarca sus peores pesadillas, nunca antes ventiladas debido a las condiciones de un rígido protocolo que imposbilita(ba) a la realeza vivir como un ser humano más.
Todos los fenómenos propios de un proceso terapéutico tienen cabida en la historia narrada. La necesidad de compromiso, la transferencia y la contratransferencia, el deseo de cambio y el miedo al cambio, y sobretodo la química de la relación que genera un espacio de intimidad y apertura por el que se hace posible que lo que hasta entonces estaba disociado de la consciencia pueda regresar a casa. El resultado es que el Rey puede colocarse a la altura de su misión histórica, pronunciar una serie de discursos radiofónicos para transmitir un mensaje de esperanza y fortaleza a una nación que sufría la salvaje estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Invita todo ello a una interesante reflexión acerca de la relación entre síntoma y destino, intuida y posteriormente formalizada por Jung en su consideración de que toda neurosis presenta un telos, una finalidad en potencia sólo realizable por la persona que puede trascender la condición de víctima del síntoma a interlocutor de la lógica y dinámica de las verdades del alma de las cuales es portadora.