Lo espiritual y lo sectario

Aspectos sociológicos

Max Weber distingue a las sectas de las iglesias sobre la base de sus mecanismos de crecimiento: sectas son comunidades dinámicas, en las que el individuo, debido a una decisión personal y sólo después de un minucioso examen por parte de la secta, se afilia. En contraste, las iglesias, son aquella en las que uno nace. Las ideologías religiosas de las iglesias no están en conflicto con su entorno social, pero sí las de sectas y cultos, que se oponen ideológicamente a éste.

Este autor define a la secta como «comunidad de los personalmente creyentes y regenerados, y sólo de éstos»

Una iglesia es una institución que administra como una función la gracia y los bienes religiosos de salvación, la pertenencia a la cual (¡idealmente!) es obligatoria y que, por ello, no prueba nada sobre las cualidades de sus miembros, mientras que una secta, por el contrario, es una asociación voluntaria exclusiva de los cualificados (idealmente) en una ética religiosa, en la que se entra de modo voluntario cuando se es admitido, también de modo voluntario, en virtud de una pruebas religiosas» (1).

Weber insiste también en una característica de la secta que la diferencia de la iglesia: la disciplina moral extraordinariamente estricta con vistas a mantener la pureza de toda la comunidad. En esto la «secta» y una «orden monástica» son análogas. Por otra parte, las sectas suelen exigir un período de prueba, lo cual puede interpretarse también como algo análogo a la etapa de noviciado que imponen las órdenes religiosas.

Michael Langone afirma que una secta es un grupo o movimiento, que exhibe una devoción excesiva a una persona, idea o cosa y que emplea técnicas antiéticas de manipulación para persuadir y controlar (a sus adeptos); diseñadas para lograr las metas del líder del grupo; trayendo como consecuencias actuales o posibles, el daño a sus miembros, a los familiares de ellos o a la sociedad en general. 

Se caracterizan por ser grupos en los cuales se desarrolla una notable pérdida de identidad en sus miembros, creando una especie de mundo interno donde el o los líderes poseen el control total del grupo. 

Los líderes de este tipo de grupos poseen habitualmente una fuerte y carismática personalidad, e inducen a sus miembros a creer en una verdad «más profunda» que la de las demás personas o religiones, utilizando lo que vulgarmente se conoce como lavado de cerebro. Logran así que en forma paulatina los seguidores obedezcan, sin espacio para opiniones o sentimientos personales de libertad de criterios, abandonando gradualmente el propio discernimiento.

Generalmente una secta tiene un fin dogmático o espiritual, o al menos eso se les hace creer a los prosélitos. De la mano del desarrollo económico y tecnológico han surgido nuevas sectas cuyo fin aparenta ser el desarrollo personal. Existen algunas más poderosas que otras, sus metodologías pueden ser notoriamente contradictorias, distanciándose mucho de lo que prometen.

Según Bryan Wilson, las características más generales de las sectas son las siguientes:

  • La asociación es voluntaria, aunque puede ser inducida o fomentada.
  • Una membrecía que puede presuponer cierta exigencia personal comprobada o sometida a examen por las autoridades del grupo.
  • Puede existir una pretensión de exclusividad, por lo que sanciona con la expulsión a los que contravienen a la doctrina, preceptos morales u organizativos del grupo.
  • Puede existir una pequeña élite de personas a las que se les asigne un conocimiento o habilidades especiales.
  • Aspiración a la perfección personal (cualquiera que sea el modo en que ésta se conciba).
  • Posibilidad de que los miembros expresen voluntariamente su compromiso.

Para Stark Warner, las sectas son grupos que se dotan a sí mismos de la estructura y de la organización requerida para administrar la identidad de sus adherentes en función de un conjunto claramente definido de creencias o ideologías, pero además hay que considerar que las sectas presentan un inconformismo frente a las iglesias denominadas mayoritarias, es decir las sectas constituyen una contracultura, pero que mantienen un sistema unificado de creencias y prácticas relativas a las cosas sagradas, unidas en una estructura moral llamada Iglesia, manifestando el sentido tendiente a la «colectividad».

Además suelen poseer también:

  • Organización autoritaria y piramidal: no existe la democracia en ninguno de los escalones ni se permite la crítica y se inculca el destierro del pensamiento crítico.
  • Existencia de un líder, o grupo de líderes, cuya decisión es la única que cuenta. El líder controla todos los movimientos de los miembros, así como su dinero y no se somete a las mismas reglas que los seguidores. Pero el líder y los adeptos se creen el mensaje o se lo terminan creyendo; mencionar que los dirigentes de segundo nivel no suelen compartir la creencia y sí el afán de lucro y poder.
  • Aislamiento de los adeptos del mundo en general y de las relaciones familiares en particular.
  • Se controla toda la información que les llega.
  • Se instala un discurso demonizador del «mundo»; a la vez que se insta a los adeptos a depositar una confianza ilimitada en la secta; especialmente en los dirigentes del segundo nivel.
IglesiaSecta
conservadora, acepta el orden social y tiende a dominar las masas. De ahí que, en principio, tienda a ser universal.
son innovadoras y están formadas por grupos comparativamente reducidos. Su objetivo es fomentar y asegurar una hermandad personal y directa entre sus miembros. Suelen renunciar a la idea de dominar el mundo
adaptarse al entorno socio-cultural e institucional. Se sirven del Estado y de las clases dominantes.promueven una estructura cerrada en sí misma, al margen de la estructura social y de las otras religiones. Su actitud ante la sociedad que las rodea suele ser de rechazo y en ocasiones también de indiferencia. Se relacionan más bien con las clases humildes y con los desposeídos.
la vida ascética es sólo un medio para adquirir virtudes y para acreditar que se ha alcanzado un alto nivel de religiosidad
la vida ascética constituye simplemente el principio del desasimiento del mundo y una forma de oposición a las instituciones socio-culturales establecidas 

 Quien es admitido se convierte en «uno de nosotros»…De ahí que una de las características esenciales de la secta sea la de exigir a sus seguidores un sometimiento absoluto y un compromiso inequívoco, de carácter primario. La secta se convierte para el que se adhiere a ella en lo más importante de su personalidad. No obstante, ese exclusivismo, en determinados estadios del desarrollo de las sectas, tal vez haya de ser modificado, como ha sucedido frecuentemente.

 Wilson busca una definición de secta que sea más descriptiva y que supere la dicotomía «iglesia» y «secta»:

1. Voluntariedad. Las sectas son asociaciones libres Los individuos tiene cierta posibilidad de decidir en cuanto a su adhesión al grupo religioso en cuestión. El concepto mismo de «secta», en tanto significa «división», supone una diversidad de creencias religiosas de una sociedad determinada. Normalmente se entra a ellas por adhesión propia, aunque se da cierta tendencia a que los hijos de los sectarios abracen la misma creencia de sus padres.

«Para pasar a ser uno de sus miembros se requiere cierta prueba de méritos: el individuo ha de ser digno de pertenecer a la secta» (2) .

2. Exclusivismo. Al considerarse como poseedora única de la verdadera doctrina, de los ritos adecuados y de unos modelos garantizados de rectitud en el comportamiento social, la secta se autoexcluye a sí misma de los demás, formando como un grupo aparte. Y al separarse de otros grupos, las sectas impugnan la santidad y autoridad de los mismos. Quien es admitido se convierte en «uno de nosotros». De ahí que una de las características esenciales de la secta sea la de exigir a sus seguidores un sometimiento absoluto y un compromiso inequívoco, de carácter primario. La secta se convierte para el que se adhiere a ella en lo más importante de su personalidad. No obstante, ese exclusivismo, en determinados estadios del desarrollo de las sectas, tal vez haya de ser modificado, como ha sucedido frecuentemente.

3. Méritos. El creyente elige la secta, pero en realidad se trata de una elección recíproca (es la secta la que últimamente admite o rechaza a esa persona). Las sectas exigen, pues, un acto de aceptación, que consiste, normalmente, en una prueba de méritos más o menos rigurosa. Ahora bien dicha prueba puede llegar a convertirse en algo puramente nominal, pues «conforme una secta va teniendo mayor aceptación en el mundo, y conforme se va alienando con las demás confesiones, va igualmente restando importancia a la prueba de méritos previa al ingreso en sus filas» (39). La historia de los cuáqueros nos ofrece un claro ejemplo de la disminución del rigor de la previa prueba del mérito, pues terminó convirtiéndose una especie de grupo hereditario.

4. Autoidentificación. Las sectas poseen un fuerte sentido de identidad, de ahí que presente unos límites bien precisos, que las diferencien de otros grupos. Mantienen una fuerte concepción del «nosotros» en contraposición a todos los demás.

5. Status de élite. La secta se considera a sí misma como una élite. Razón por la que el concepto de elección tienda a ser fundamental, pues da a la secta un carácter de élite religiosa-salvífica. La idea de elección es propia de las sectas de origen cristiano. Sin embargo, a las sectas que han buscado la legitimación en las Escrituras no siempre les ha sido facíl probar que ellos y sólo ellos eran los elegidos de Dios. Así, por ejemplo, los salvacionistas y los pentecostalistas, aunque estaban convencidos de que contaban con mayor favor divino, llegaron a admitir que entre los salvados podían incluirse otros fundamentalistas.

6. Expulsión de los relajados o «lapsi». La prueba de méritos previa a la adhesión en una secta implica ya unos requisitos para seguir perteneciendo a ella.

7. Conciencia de segregación y de compromiso. Los miembros de una secta suelan tener una fuerte conciencia de pertenecer a un grupo bien diferenciado con el que están estrechamente comprometidos.

8. Legitimación. Tal vez sea éste uno de los elementos más importantes de las sectas, Ninguna secta aparece sin contar con una justificación de tipo ideológico. Las sectas se atribuyen una autoridad, a fin de persuadir a los demás a que abandonen el sistema religioso instaurado y ortodoxo. Ha de haber, pues, una persona o un grupo de personas dotadas de autoridad por la que pueden legitimar la secta con respecto a los otros grupos. Cuando la secta se forma en torno a un líder carismático, la legitimación está constituida por su autoridad carismática. Pero existen otros casos en los que el liderazgo se hace por elección. Hay, sin embargo, sectas en las que se niega tajantemente que exista un intermediario entre Dios y cada uno de los miembros. La relación es más bien directa. Lo que sí está claro es que todo sistema religioso institucional cuenta con unas autoridades y que toda secta les opone una resistencia, poniendo de relieve la participación de los laicos en el desempeño de las funciones, defendiendo la doctrina de un sacerdocio común a todos los creyentes, o bien estableciendo su propia autoridad jerárquica.

Aspectos psicológicos

Psicológicamente hablando resulta inseparable separar lo sectario de lo autoritario. La personalidad autoritaria es intolerante respecto al Otro, sobretodo cuando ese otro opina y/o actúa en contra de sus intereses y creencias. Hay una incapacidad de aceptar ideas y visiones antagónicas a las propias. Predomina una actitud de no cuestionar los fundamentos y los presupuestos de las propias convicciones. No se duda y con ello se da la espalda a la relatividad de todo conocimiento humano. Se ignora la ignorancia y ello siempre acaba en la arrogancia, el fanatismo y el fundamentalismo. 

El diálogo presupone una apertura esencial, una disponibilidad a dejar que el otro o lo otro penetre, impregne la mente y por medio de la escucha atenta, precursora de la posterior capacidad de reflexión,  ponerse en el lugar del otro, intentar comprenderle. Claro que todo ello culmina en otro requisito, otra capacidad que si no está presente acaba abortando el sentido último del diálogo, un acto comunicativo que potencialmente promete la comunión, reencontrar el lugar común, el lugar de reencuentro y realización de la unidad.

Tenemos pues la duda, el saber que no se sabe, y la apertura y disponibilidad a escuchar al otro con plena y total atención y una voluntad de comprenderle que siendo requisitos sine qua non, aún necesita un complemento esencial. Un saber convivir con lo diferente,  saber que exige asimismo la conciencia de que es mediante la tensión de los opuestos, la confrontación y el debate que se avanza en el camino de la verdad.

Hay una clara conexión entre el autoritarismo, la intolerancia, el fundamentalísimo y la inconsciencia. Con ello anticipo que en cierta medida, todos padecemos este problema siempre en relación directa a nuestro grado de inconsciencia. Sólo la luz de la consciencia resalta la oculta unidad y la complementariedad de los opuestos y esta luz siempre es lábil y frágil, a todos nos abandona al menor descuido. 

Es mentira de que hay personas más conscientes que otras, como si fuera una categoría fija que permite establecer divisiones entre los seres humanos. Este es el prejuicio muy extendido en los ambientes esotéricos y espirituales cargados de arrogancia, orgullo y autoimportancia personal. Como pasa en todas las élites sean religiosas, sociales, culturales o económicas. 

Uno es sectario cuando percibe que lo diferente, el otro es un obstáculo para los propios fines, por eso o se lo ha de eliminar directa o sutilmente o se lo ha de convencer, convertir. Uno no es sectario sólo en temas espirituales o religiosos, lo es en política, en el deporte, en la relación interpersonal, en el trabajo, es decir no hay espacio alguno ni actividad que se libere de su presencia.

Para Rafael Pedraza (3), todo aquel que no puede soportar a su propia sombra es candidato a integrarse a una secta. Para Sartre, es la mediocridad lo que ha impulsado a la gente a unirse en una secta. Así que podemos observar una mezcla de debilidad y mediocridad en la psicología del sectario. Debemos estar conscientes de nuestra propia mediocridad porque, de lo contrario, podría pasar a formar parte de nuestra sombra.

Afirma el autor: “Al hablar de mediocridad, comenzamos a aproximarnos a la atemorizante y siniestra aparición de la maldad en la secta. Podemos ver una manifestación de ello, con una lente de aumento, en una secta como la de James Jones, quien condujo a un grupo de adeptos hasta un claro de la selva de Guayana, donde tendrían una vida pura y sencilla. Imagino que todos hemos leído los espantosos testimonios de quienes sobrevivieron a ese holocausto. Muchos de ellos parecen ser gente sencilla y cuando explican lo que les llevó a la secta, uno puede tener una evidencia palpable de esa debilidad y mediocridad, que son el impulso de una forma sectaria de vida. Se dejaron influir por el aspecto utópico del sectarismo: por la fantasía de que podrían encontrar la Ciudad de Dios en la selva guyanesa, aunque en verdad siguieron a un loco poseso de sectarismo que los condujo a la muerte.

Viene al cuento la observación que hizo Jung a principios de siglo respecto al hecho de que mientras más sectas existan, menos necesidad habrá de instituciones psiquiátricas.

Lo espiritual y lo utópico representa un fuerte atractivo para las personalidades con componentes sectarios y presenta un estilo retórico peculiar. En su núcleo habita un factor psicótico, una desconexión del individuo de su propia esencia y de su vida  que se construye un refugio que le compensa de lo efímero del ser. Su fuerte compromiso espiritual, social y político y el férreo convencimiento respecto a sus verdades va  paralelo a su imposibilidad de asumir lo frágil, relativo y efímero  y ambivalente de la existencia humana. Se acepta en la teoría quizás pero se niega en la práctica, sobretodo en las relaciones concretas de la persona sectaria con el mundo de afuera.

A mayor rigidez y fundamentalismo de las ideas, los proyectos y las prácticas de la secta mayor es el poder de su sombra. Resultan paradigmáticos, en este sentido, los frecuentes problemas con la codicia, la ambición personal, el afán de poder que infecta a las personas y grupos sectarios. Todo ello en relación directa a su aparente espiritualidad sublime y sus  también aparentes metas altruistas.

Sectaria es la mente calculadora que cierra su corazón a la presencia del Otro. Sectaria es la actitud que cierra filas frente a la intrusión de lo diferente, de aquello que cuestiona las ideas o intereses propios. Sectaria es la organización o grupo que asume que sus metas, intereses e ideales son mejores sin que otros sin necesidad de someterlo a debate público, abierto y auténtico.

Notas

(1)  Weber: «Ensayos…» I, pág.172 

(2)   Wilson, o.c., pág. 27

(3)  López-Pedraza, R. La psicologia del sectarismo en tiempos de ansiedad. Recuperado de: http://www.fcgjung.com.es/art_131.html

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